Y, después, llega el momento en que, por fin, nos decidimos a ser madres. Con todo ese aprendizaje adquirido es lógico pensar que, en cuanto abandonemos los métodos anticonceptivos, nos quedaremos embarazadas. Pero no: pasa un mes, y otro, y otro más. Y no llega el embarazo.
Es lógico que nos preguntemos por qué. Que nos planteemos si nosotras, o nuestras parejas, tenemos algún tipo de malformación, alguna enfermedad que nos impida quedarnos embarazadas. Y que empecemos a vivir las relaciones sexuales, nuestros momentos de intimidad, con tensión.
Lo primero que debes saber, para evitar esa ‘ansiedad culpable’ en la que te responsabilizas a ti, o a tu pareja, de que el embarazo no se produzca, es que la tasa de fertilidad en la especie humana es de las más bajas del reino animal.